«WHAT’S UP?» (¿QUÉ PASA? EN CASTELLANO), ES LO QUE SE LE DEBIÓ PASAR POR LA CABEZA A JAN KOUM. UN UCRANIANO QUE LLEGÓ A EEUU EN LOS AÑOS 90 Y QUE JUNTO A BRIAN ACTON HAN CONSEGUIDO DEJAR SU CAPÍTULO EN EL LIBRO DE ÉXITOS DE SILICON VALLEY AL CREAR UNA SENCILLA PERO ÚTIL APLICACIÓN

LLAMADA WHATSAPP.

Corría el año 2009, hace ya cinco años —demasiados en la era digital, en la que todo marcha tan deprisa—, y estos dos precursores tecnológicos fundan la empresa WhatsApp Inc y con ella su aplicación WhatsApp, que mediante una versión personalizada del protocolo abierto Extensible Messaging and Presence Protocol un registro sencillo que utiliza nuestro número de teléfono como ID de usuario y un servidor HTTP donde se suben imágenes, audio y vídeo, puso los ingredientes necesarios para dar sepultura total al clásico SMS y su homólogo en el ámbito multimedia, el MMS.

 

En un primer momento WhatsApp apareció en la App Store con un precio cerrado e iba a ser acogida solo por los habituales early adopters, que nos lanzamos a probar todas las aplicaciones y servicios como si ya de antemano presintiéramos que lo que hay detrás de esa idea es algo grande. Tiempo después nuestra agenda de contactos de WhatsApp pasaba de tener apenas una decena de personas a tener casi cien después de que hubiera llegado al gran público.

Entre 2010 y 2011 WhatsApp ya había tocado “suelo infiel” (no asiduo en la tecnología), provocando que hasta la abuelita de la casa se apresurara a contratar una tarifa de datos en su operadora habitual. Estos últimos se frotaban las manos viendo cómo hasta el cliente menos geek, aquel que simplemente contrataba la tarifa básica y un terminal con la pantalla muy pequeña y los números muy grandes, contrataba una tarifa 3 veces más cara que la que cursaba y, cómo no, con un plus mensual para amortizar el coste de un nuevo terminal de entre 200 y 600 euros con el procesador y pantalla suficientes para correr esa pesada aplicación llamada WhatsApp. Sarcasmos aparte, lo cierto es que gracias (o por culpa) de estas necesidades surgidas casi de la nada (como ya vaticinaba algún filósofo del siglo pasado), hoy, todo hijo de vecino tiene un smartphone en su bolsillo dispuesto a utilizarlo para mandarte el vídeo más pésimo que puedas imaginar, y de esto tiene gran parte de culpa WhatsApp.

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Pero si de algo estamos orgullosos los pioneros que pagamos WhatsApp durante los primeros tiempos, es que hoy podemos presumir de tener cuenta vitalicia cortesía de la casa. De esta manera los chicos de WhatsApp nos quitan el calvario de pagar la friolera de 0,89 euros al año que pagan el resto de usuarios.

Y es que, a partir del 20 de diciembre de 2012, WhatsApp anunció que su aplicación pasaba a ser gratis (a la hora de descargarla) pero incluiría una suscripción anual con un pequeño coste, fundamentalmente por el tremendo número de usuarios que tenían que soportar

sus servidores.

 

En 2009 Brian Acton (el cofundador) decidió que Facebook podía ser un buen sitio para cimentar todas esa ideas que tenía en la cabeza, por eso se apresuró a llamar a la puerta de la empresa de Mark Zuckerberg y este (o el departamento de RRHH) le hizo literalmente “la cobra”, a lo que Brian respondió en su cuenta

de Twitter:

FACEBOOK TURNED ME DOWN. IT WAS A GREAT OPPORTUNITY TO CONNECT WITH SOME FANTASTIC PEOPLE. LOOKING FORWARD TO LIFE'S NEXT ADVENTURE.

Brian Acton (@brianacton) agosto 3, 2009

Traducido a la lengua de Cervantes: «Facebook me ha rechazado. Era una gran oportunidad de conectar con gente fantástica. Esperando a la próxima aventura de mi vida». Y subrayo esto último, porque —paradojas de la vida—, Brian junto a  Jan Koum fundaron WhatsApp, superaron en número de usuarios a Facebook y consiguieron que este les comprase la empresa por la friolera de 16.000 millones de dólares y por si esto fuera poco, Brian, el que en su día fuera rechazado por Facebook ocupa un plácido sillón junto a su socio Jan Koum en

la red social.

Con este movimiento, Facebook que es la aplicación más utilizada de mensajería en EEUU con su vertiente Facebook Messenger se apropia de una base de datos con más de 450 millones de usuarios, muchos de ellos, gente que por brecha generacional o por otros motivos aún no ha pasado por el aro de hacerse una cuenta de Facebook.

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Tras esta operación financiera muchos se preguntan qué va a pasar con el servicio. Si a esto le sumamos la gran caída de febrero de 2014 y el enemigo a las puertas llamado Telegram, el futuro que depara al universo de la mensajería instantánea parece interesante. En mi opinión, WhatsApp seguirá cada día más fuerte y superará en poco tiempo la barrera de los 500 millones de usuarios. La declaración de intenciones de sus fundadores después de la venta a Facebook es muy clara: «WhatsApp seguirá como siempre…, mantendrá su independencia, nunca incluiremos publicidad». Si estas consignas se cumplen, los rivales que acechan a la aplicación del icono verde lo tendrán difícil, aunque la evangelización global de este tipo de servicios seguramente de pie a que aplicaciones como Line o Telegram mantengan una cuota de usuarios nada despreciable.

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