POCO TIEMPO DESPUÉS DE QUE WHATSAPP CONSIGUIERA ESTAR INSTALADO MASIVAMENTE EN LOS TELÉFONOS, UN COMPETIDOR LE IBA A DAR LA PRIMERA EMBESTIDA SERIA A LA COMPAÑÍA DE JAN KOUM. ESTA APLICACIÓN DE NOMBRE LINE NACIÓ EN JAPÓN A RAÍZ DEL TERREMOTO DE MARZO DE 2011. FUE EN ESA OCASIÓN CUANDO NHN JAPAN SE DIO CUENTA DE QUE NECESITABAN UN SISTEMA DE COMUNICACIONES BASADO EN LA RED DE DATOS Y QUE FUERA ESTABLE, COMPLETO Y “MADE IN JAPAN”.

Los primeros tiempos de Line fueron muy productivos para la compañía japonesa. Tanto, que incluso WhatsApp se llegó a tomar muy en serio a este competidor. Los usuarios de WhatsApp veíamos cómo estos ponían en marcha un sistema de suscripción anual al servicio, y de esto, Line se vería favorecido al ofrecer una aplicación totalmente gratuita, haciendo que mucha gente migrase inmediatamente a la aplicación Japonesa. Eso sí, sería una marcha con billete de vuelta ya que como se comprobó más adelante, el inmenso poder que tenía WhatsApp haría que los usuarios que marcharon a Line volvieran cabizbajos a WhatsApp, que era donde finalmente estaba el grueso de la población (al menos en España).

El planteamiento de Line era sólido. Una aplicación gratuita que incluía la ya propuesta habitual de WhatsApp (texto, foto, audio y vídeo) y sumaba una nueva funcionalidad bastante interesante: llamadas voIP.

 

Después de este desliz, WhatsApp se volvió a sentir cómodo en el trono y no fue hasta este año (2014) cuando volvió a sentir respeto por un competidor. Como el sol nacido del este y de la mano de los hermanos Rusos, Nikolai y Pavel Durov, vería la luz Telegram. Esta aplicación vendría a poner encima de la mesa un sistema de mensajería mucho más seguro que WhatsApp y sobre todo, con un punto de partida inicial muy diferente a éste en cuanto a concepto: multiplataforma y API abierta. Durante esas semanas que duró la lucha por el poder entre Telegram y WhatsApp vimos como la nueva aplicación rusa, pero con sede en Berlín, se hacía respetar. Así Telegram consiguió sus primeros millones de usuarios que verían su punto álgido un día de febrero de 2014 cuando el servicio de WhatsApp cayó casi una tarde entera, provocando la ira de los usuarios, y con ello, otra nueva migración en masa a Telegram.

Lejos de saber aprovechar la oportunidad, Telegram no supo hacer frente a tantas nuevas altas de usuarios y se ahogó de éxito. Con los servidores echando humo y las centralitas que mandan los mensajes con el código de registro absolutamente colapsado, Telegram vio como se le escapaba su última gran oportunidad.

Telegram quería llevar a todo el mundo la seguridad que ofrece un sistema de cifrado de calidad, la libertad que ofrece una API abierta para que un tercero pueda hacer aplicaciones y, en definitiva, un horizonte lleno de avances que a WhatsApp y sus pies de gigante tanto le cuesta ofrecer. Como si se tratara de la guerra abierta entre Ucrania y Rusia, WhatsApp y Telegram prometen no darse tregua y seguro que el futuro estará lleno de interesantes movimientos con vistas ha hacerse con la mayor parte del pastel.

 

Por el momento, WhatsApp ya apunta que en un futuro cercano incluirá llamadas voIP. Telegram por su parte aspira a seguir creciendo poco a poco y a esperar en la sombra una nueva oportunidad. Line, más preocupado de mantener sus elevados ingresos por la venta de Stickers que de destronar a WhatsApp se conforma con salir en un segundo plano en la foto de la popularidad.

¿SE PUEDE VENCER A WHATSAPP?

Se hace difícil pensar que una aplicación con el poder de masas de WhatsApp y más ahora en los brazos de Facebook pueda salir derrotada en algún momento de esta batalla. Sin embargo hay que tener claro que todo tiene un final y en algún momento “a todo WhatsApp le llega su San Martín". Cayó Yahoo como buscador imbatible, cayó Messenger como sistema de comunicación preferido e incluso conseguimos que Hotmail pasará por fin a ser un servicio de correo despreciable que ya nadie quiere poner en su currículum.

 

No es fácil, Telegram, Line o los que vengan tendrán que hacer muy bien los deberes y aprender de los errores cometidos. Una aplicación de mensajería que alardeé de ser segura y privada no puede hoy tener un “última hora conectado…”, no puede ser intrusiva molestándonos cada vez que un usuario nuevo se ha dado de alta en la aplicación, no puede —si quiere ser una alternativa real a WhatsApp— mostrando quién y en qué momento está escribiendo en un grupo —como ocurría en Telegram—. El juego de tronos no ha hecho más que empezar, y no creo que Google y Apple quieran

quedarse fuera.

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