Aún siendo cada vez más difícil incluso imaginar qué más pueden inventar o mejorar en cualquiera de los campos existentes, los fabricantes se las apañan para crear más términos que entender, memorizar y, admitámoslo, desear. De hecho, es la casi instantánea aparición de la moda la que hace que estas cosas nos sucedan más bien en el orden contrario. Sabemos que queremos “eso” porque es nuevo y todo el mundo lo quiere o tiene, pero es posible que aún no entendamos bien de qué hablamos y si nos compensaría, aunque se trate de la unión de un número y una letra, como es el caso del 4K. ¿Qué significa este concepto? ¿Lo necesitamos? ¿Nos compensa la adquisición? Veamos el estado actual de esta tecnología a nivel doméstico.
El 4K es la denominación que se ha otorgado a cierto grado de resolución, porque, al abarcar distintas tecnologías y ser un término relativamente nuevo, no existe un único estándar y hay varias resoluciones admitidas bajo este término, como son 4096×2160 y 3840x2160 píxeles. Como podemos ver, la diferencia entre ambas es el componente vertical manteniéndose la horizontal constante, es por esto que 4K se refiere a la resolución horizontal, y la vertical dependerá de la relación de aspecto (proporción ancho-altura) a la que nos queramos referir, si 16:9 (UHDV) para 3840 pixeles o 17:9 (Full 4K) para 4096 pixeles. Bien, hecha la explicación de libro y con numeritos, intentemos ver su aplicación de manera menos abstracta.
Hasta el momento, los usuarios básicos (los clientes) nos habíamos familiarizado con términos como Full HD (1080p) o HD Ready (1080i) a la hora de comprar, por ejemplo, un televisor, aunque estas denominaciones no se correspondiesen de manera estricta con las etiquetas oficiales europeas, pero al fin y al cabo encuadrándose en lo que sería resolución 2K (diferenciándose con “i” y “p” por cómo son proyectados los fotogramas, progresivamente o entrelazados), es decir, 1920×1080 píxeles. Si ya entendíamos por esto alta definición, y el grado de detalle nos parecía elevado, deducimos pues que esto será mayor (el doble) en el caso de la tecnología 4K. Más resolución, más detalle, pero, ¿es tan sencillo? No, veamos las implicaciones y cómo afectarán éstas a que el 4K se asiente como algo más corriente.
La sensación final que queda tras estudiar un poco la situación actual es más bien de promesa. Esta resolución de moda es, por ahora, un retoño de incubadora en brazos de madres primerizas, y puede que lo prudente y lo sabio sea dejar que el conjunto de factores, así como el mercado, evolucione y entonces tirarnos a la piscina. Nos queda, por tanto, tirar de esa paciencia que los “tecnófagos” solemos entremezclar con el hype, y valorar hasta qué punto disfrutaríamos de esta tecnología si, como en otras ocasiones, nos dejamos llevar por ese diablillo early-adopter que nos susurra al oído que movamos los hilos para necesitar ese espléndido televisor, esa fantástica cámara o ese espectacular smartphone entre cuyas características, siglas y números encontramos la expresión “4K”.