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La ambición es un deporte a nivel mundial subliminal y no reconocido, pero que motiva verdaderas competiciones. A veces, cuando se une a la esperanza y a la imaginación, surgen ideas que incluso son difíciles de concebir. Y entonces, llega el poder, mueve los hilos, y da rienda suelta a todos estos sentimientos para que dejen el plano abstracto y se conviertan en algo real, de manera que la ambición vira a orgullo.
Masdar City, en Abu Dhabi, y Lusail City, en Catar, son las primeras ciudades íntegramente inteligentes

Este ciclo es posiblemente el que vieron los comités que firmaron e iniciaron dos ambiciosos proyectos de los que se habla poco para la grandilocuencia que destilan, aunque no sólo de ambición se nutren las construcciones, como veremos a continuación. Y como no podía ser de otra manera dada su envergadura, están tomando forma desde hace no pocos años en las adineradas tierras que conforman las orillas del Golfo Pérsico: Masdar City, en Abu Dhabi, y Lusail City, en Catar, amontonan sobre las arenas de desiertos de lujo los ladrillos iniciales del germen de las primeras ciudades íntegramente inteligentes. ¿Conoces estos gigantescos proyectos? Te los acercamos en las siguientes líneas.

Masdar City
Cuando los “coming soon” se eternizan
Esta ciudad apunta a ser lo suficientemente inteligente
como para autoabastecerse
y ser completamente ecológica

La ciudad del recurso (como reza su nombre) es un ejemplo de las cosas que ocurren cuando se reúnen los representantes de los Emiratos Árabes Unidos, el despacho de Fosters+Partners y la WWF, y ponen sus fondos y sus diseños. Lejos de ser sólo una millonaria lucida de palmito de belleza equivalente a la cúpula del Reichtag, esta ciudad apunta a ser lo suficientemente inteligente como para autoabastecerse y ser completamente ecológica. ¿Qué se pensó, qué está siendo y qué futuro le depara a la ciudad autosuficiente y sin residuos?

 

El proyecto empezó a ser realidad en 2008, llevando las riendas el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) y el MIST (su equivalente en la misma Masdar) para que en 2009 además se uniese Steve Severance como jefe de proyecto. El objetivo a perseguir son 6 km2 de eco-ciudad cuya fuente de energía principal sea la solar y cuya huella de carbono y no de coches sea cero, y en pleno desierto. Por esto, por la geografía, lo primero en construirse fue un muro perimetral de protección ante las inclemencias climáticas propias de la zona. Quedó establecido pues el área de la futura sostenibilidad, a la que de manera demasiado optimista dieron fecha de finalización para el próximo año 2016, pero que en realidad se prolongará como mínimo hasta 2025.

Tanto calles como construcciones se basan en la arquitectura pasiva y contribuyen a reducir las tan altas temperaturas de la zona
La situación económica mundial ha supuesto un parón fuerte en el proyecto

Los 50.000 hipotéticos habitantes (y unos 40.000 trabajadores que acudirían a la ciudad), así como las mercancías, de esta urbe se moverían mediante uno de los 3 transportes ideados (Transporte Rápido Personal (PRT), Transporte por Rail Ligero (LRT) y Transporte de Carga Rápida (FRT)), todos cumpliendo el reiteradamente estipulado principio de carbono cero. La instalación fotovoltaica se distribuiría por todo el territorio mimetizándose con el pasaje contemporáneo y las construcciones, que, además de modernistas, contribuirían a la eficiencia energética. En este sentido, el equipo de Foster visitó y escrutó lugares como El Cairo (Egipto), Shibam (Yemen) y Muscat (Oman) con el fin de descifrar cómo estas ancestrales ciudades se habían salvaguardado del calor durante tantos siglos, y la clave estaba en la estrechez y poca longitud de las calles. De este modo, tanto calles como construcciones, además de futuristas, se basan en la arquitectura pasiva y contribuyen a reducir las tan altas temperaturas de la zona, canalizando los vientos y aislando el calor (se ha conseguido reducir la demanda de aire acondicionado en un 55%), controlándose además la iluminación por sensores de movimiento olvidando los interruptores. Así, el agua, un bien especialmente escaso en estas tierras, se consumiría más responsablemente gracias a la instalación de aparatos de bajo consumo en hogares y oficinas, con el objetivo de reducir la demanda de agua por persona de 340 a 80 litros (media de un habitante de los Emiratos Arabes Unidos), potenciando el reciclaje y aprovechando las aguas de lluvia y rocío. La gestión y tratamiento de residuos se realizará mediante reciclaje y compostaje, dejando el resto (un 33%) para su incineración subterránea, atendiendo también a reducir las emisiones de gases invernadero.

 

¿Qué hay de real en todo esto? Aproximadamente un 25%, según la poca información de la situación actual que hay publicada, porque a vista de pájaro (o más concretamente, a ojo de Google Maps), el nacarado color de la arena aún inunda el perímetro que debería estar ocupado por las modernas estructuras y las zonas verdes del sueño autosuficiente. Pese a que al parecer están cumpliéndose las expectativas de sostenibilidad en lo que ya está funcionando, la situación económica mundial ha supuesto un parón fuerte en el proyecto, y al no poder florecer la actividad laboral y económica a un ritmo lo suficientemente fuerte como para empujar el avance, el efecto es totalmente contrario: un círculo vicioso cuya fuerza centrípeta es mayor a la centrífuga y se cierra estrepitosamente. Un círculo alimentado por cientos de promesas en forma de vistosos carteles a lo “Coming soon” y casos de explotación laboral, algo que no es precisamente una atracción para turistas (para los cuales existe una zona desde 2013) ni para que nadie se plantee vivir allí, alguien más de las aproximadamente 100 personas que habitan ya en los bloques residenciales. La ambición, cuyo caudal económico se mantiene aunque cada vez con más dificultades, y la baza de ser una esperanza para quienes actualmente explotan el petróleo y son conscientes de que se acabará, mantienen con vida esta fortaleza del autoabastecimiento, aunque de momento sea más abstracta que real. Como transmite Laura Stupin, estudiante del propio MIST: la ciudad sigue siendo más visión que realización.

Lusail City
inteligencia de alto standing
En Lusail tendrá lugar tanto el partido de inicio como la gran final del Mundial de fútbol del próximo 2022

Si Masdar fuese ya una realidad, cogeríamos un avión (con motores de hidrógeno) y nos plantaríamos en una hora escasa en la costa de Catar, en una colosal espiral que intenta madurar a isla al norte de Doha dejando que las aguas persas coman terreno

al desierto.

 

Es probable que de ésta hayas podido leer algo más que de la anterior, especialmente si te gusta el deporte rey. Porque Lusail es la paradoja de la grandilocuencia: un multimillonario proyecto nada discreto que, sin existir aún, ha conseguido lo que muchas otras ciudades con un largo curriculum de existencia siguen esperando (o aspirando): albergar tanto el partido de inicio como la gran final del Mundial de fútbol del próximo 2022. Probablemente sea porque Catar es un país de mucho dinero por metro cuadrado, porque poco ladrillo hay de momento en los 72 km2 de terreno te invito a que busques Lusail en Google o Apple Maps, ambos valen para observar un amarillento caracol en cuya concha se intercalan varias obras), y el país podrá albergar el torneo independientemente de que la ciudad esté acabada para 2020 como aseguran.

Humo caro con reflejos dorados y modernistas, echando en falta objetivos claros
Lo que sí comparte con Masdar es un magno retraso en los plazos y rumores de explotación laboral y malas condiciones

¿Rivaliza con Masdar en algo más que en ofrecer la vertiente opuesta de litoral persa? Podría ser algo difícil valorarlo porque, a diferencia de la anterior, este proyecto resulta, además de bastante más ostentoso, realmente opaco: la propia web, además de un diseño realmente vago, describe con párrafos notoriamente más pequeños que los montajes fotográficos los pocos datos que proporcionan, provocando a nivel informativo lo que te ocurre cuando comes hervido (que al rato estás como si nada). En resumen: humo caro con reflejos dorados y modernistas, echando en falta objetivos claros y con sentido como al menos sí los tiene Masdar (de hecho, en dichos montajes se ven, entre otros elementos, coches “normales”, aunque según CNN habría algunos sistemas de transporte eléctrico, así como una especie de flota de taxis acuáticos). El objetivo parece ser la exclusividad y conseguir un ambiente de perfección y sonrisa permanente al más puro estilo Stepford en la película Las mujeres perfectas: campos de golf, parques temáticos y grandes lagos... En el desierto [carraspeo]. La sostenibilidad no es que quede relegada por otros aspectos, es que ni se le llega a hacer mención. Es la promesa de un edén pacífico, inteligente e inspiracional (palabras que reza la propia web) por tan sólo 45 billones de dólares.

 

En la actualidad (o algo así, porque la información más reciente data de septiembre de 2014) la majestuosamente contemporánea ciudad son dunas, vigas, asfalto y ladrillos de indignación, la de los inversores que 7 años antes pusieron su capital para ver algo más que algunos complejos residenciales, tramos de carretera, cimientos y un 70% de una humana aberración en forma de estrecho artificial (por si los pozos para extraer petróleo no fuese abuso suficiente a la superficie terrestre). Y, hablando de combustibles, la ciudad sería la sede de la Qatar Petroleum (empresa petrolera estatal), y albergaría además la Ciudad de la Energía (otra magna espiral en fase de esbozo), aunque ésta tampoco iría enfocada per se a la sostenibilidad ni a conseguir eliminar la huella de carbono, ni ninguna otra idea “verde”. Se trataría de un centro de referencia a nivel del Golfo Pérsico en el que se estudiaría y trabajaría a nivel tecnológico y económico 3 de las principales fuentes energéticas actuales (gas, petróleo e hidrocarburos). El futurismo se queda, en este ambicioso (sub)proyecto de 2,6 billones de dólares, en el asombroso diseño de los edificios, al igual que lo verde, que sólo se vería desde las ventanas de esta impresionante construcción.

 

De momento parece que lo que sí comparte con Masdar es un magno retraso en los plazos (probablemente también por la crisis económica mundial) y rumores de explotación laboral y malas condiciones. Veremos si en siete años vemos esa final en el proyectado Iconic Stadium o éste acaba siendo más bien “Ironic”. Lusail, un hipotético hogar de 200.000 afortunadas familias, una magnificente ciudad concebida para ser el símbolo del progreso catarí. ¿Lo estará siendo ya?

 

Aunque la evolución como concepto es, por suerte, inevitable y hemos de llevarla por bandera cuando se trata de mejorar tanto ideas como condiciones, es posible que, en un alarde de recordar a nuestro planeta nuestro gusto por “jugar a ser dioses”, hayamos querido saltarnos unos cuantos pasos y crear vida inteligente y compleja cuando tenemos sólo un caldo primigenio que ya nos cuesta bastante mantener. Si bien ambos proyectos surgieron algún tiempo antes de que la nefasta crisis se asentara y tocase fondo (y aún habrá país que esté en caída libre), ésta ha supuesto un duro y entumecedor azote que ha hecho que los inversores se apresuren a coger su capital como el jugador de póker que se retira y arrastra sus fichas abrazándolas hacia sí, quedando el ajetreo de una gran ciudad aún muy lejos de oírse sobre esos kilómetros de desierto. De estos castillos siguen habiendo más ladrillos en las nubes que sobre las dunas.