ateria delicada la de las relaciones personales, uno de esos temas que por nuestra condición sociológica y como resaca de épocas en las que se te podía señalar con el dedo por con quién te juntabas aún nos saca los colores si sale en cualquier conversación. En parte, como consecuencia de que todos aquellos clichés van quedando cada vez más lejos y sepultados por el progresismo y la evolución (en unos casos más que otros), y con el enorme empujón que las nuevas tecnologías han supuesto en lo que se refiere a conocer gente, en la actualidad la concepción de relación personal abarca cada vez más grados y menos etiquetas, y el componente presencial ya no se considera imprescindible, o al menos no ya tiene el mismo peso que previamente al asentamiento de los chats, webs u otros servicios de internet como algo relativamente habitual una vez se disipó el efecto boom o de novedad. m
Las nuevas amistades en nuestra vida están a tiro de app

Lo que ya empezó a dibujarse con la expansión del ADSL y las tarifas planas acabó de perfilarse con la llegada de internet a los dispositivos móviles y la normalización de la tarifa de datos. De esta manera se estableció el sustrato perfecto para que se pudiese acceder en todo momento a estas plataformas para conocer gente más allá de la web o como consecuencia colateral de la mensajería instantánea: las nuevas amistades en nuestra vida estaban

a tiro de app.

¿Qué hay de real en todo esto?
El 60% busca iniciar nuevas amistades, mientras el 40% restante se reparte a partes iguales entre buscar pareja estable o simplemente sexo sin compromiso
Es relativamente llamativo que el método para estos contactos virtuales sigan siendo webs casi en el mismo porcentaje que apps

¿Hasta qué punto la sociedad actual tiene asumida esta dimensión en las relaciones humanas? Es muy difícil determinar esto, incluso ciñéndonos a nuestro país, pero en un intento de comprobar la actualidad e influencia de estas vías para conocer gente hemos realizado una encuesta con tal de poder extrapolar en su justa medida los hábitos de los usuarios ante estos servicios. Veamos qué nos dicen los resultados.

 

Nos habéis respondido más hombres que mujeres, aproximadamente un 70% y un 30% respectivamente, de edades muy variadas sin que haya una mayoría en un determinado sector. Una mayoría heterosexual (94%), poca gente casada (24%) aunque la mayoría (66%) tenéis pareja, sin especificar cómo habéis conocido a ésta.

 

A este respecto, al inicio de las relaciones (en general) y cómo conocemos a la gente (hablando a nivel virtual), sólo un cuarto del total afirma no haber chateado con desconocidos por internet, lo cual es un buen reflejo de que normalmente los chats son y han sido una fuente para iniciar nuevas amistades o poder entablar conversaciones con gente de intereses comunes sin necesidad de conocerles previamente y ahorrándose el típico (y, en ocasiones, incómodo) momento de romper el hielo. Algo que se ve también en las respuestas con respecto a la intención cuando se chatea con desconocidos: la mayoría busca conocer gente nueva e iniciar nuevas amistades (un 60% aproximadamente), mientras el 40% restante se reparte a partes iguales entre buscar pareja estable o simplemente sexo sin compromiso.

 

En este sentido, es relativamente llamativo que el método para estos contactos virtuales sigan siendo webs casi en el mismo porcentaje que apps. Obviamente no podemos extrapolar los resultados de ésta ni de ninguna pregunta dado lo poco representativo de la encuesta por el número de participantes, pero sí que podemos destacar este dato teniendo en cuenta que, dado nuestro tipo de público y los medios por los que hemos distribuido el test, en su mayoría se trate de personas bastantes familiarizadas con el mundo 2.0 y con las apps existentes. Cabría esperar un mayor porcentaje para el uso de apps por la comodidad y la habitual tenencia de un smartphone, pero al no ser así cabe pensar en que puede que aspectos como la privacidad y la seguridad, así como el momento y la situación que buscamos para chatear, favorezcan cierta preferencia por la web, ese momento al más puro estilo Meg Ryan y Tom Hanks en Tienes

un email.

¿Y el físico? Aproximadamente un 35% de quienes usan estos servicios mantienen que lo más importante para gustar a los demás son las fotos
Un 35% de los encuestados afirma haber practicado cibersexo, y de estos más de la mitad (un 60%) lo ha hecho con su pareja

El éxito de estos servicios queda algo en entredicho cuando se trata de que den lugar a una relación algo más estrecha que una simple amistad entre quienes nos habéis respondido; de quienes han llegado a mantener una relación, aproximadamente un 40% han sido serias, de hecho parece que el que te pueda llegar a gustar alguien a través de estos servicios tenga la misma probabilidad que de sacar una de las caras al lanzar una moneda. Está claro que eliminar el factor presencial facilita el inicio de la comunicación, pero puede representar un problema cuando se pretende llegar a más, cuando la confianza entra en el ring y puede ser tanto nuestro entrenador como nuestro rival: las dudas se magnifican, como la distancia, como los choques, como las horas del día que quedan fuera de ese momento de comunicación virtual (entre 10 y 30 minutos para la mayoría de los encuestados) y se enfatiza esa falta de componente “real”, de tener un cara a cara sin pantallas de por medio. Aunque al final la compatibilidad y la voluntad es lo que va a hacer efectivos estos servicios, la ausencia de componente presencial es una dificultad añadida para la estabilidad y cercanía de estas relaciones.

 

Parece que en cuanto a esto, a dar un paso en esa relación virtual, la tendencia sea que, tras este contacto primario por la web o app que sea, lo siguiente sea el WhatsApp, algo que no es de extrañar tratándose de un servicio tan extendido (y “necesario”) al menos en España. Pocos se atreven a dar el número de teléfono directamente, algo comprensible existiendo tantas alternativas que no requieren darlo (que, aparte, no siempre es lo más seguro) y, sobre todo, que no implican la inmediatez “obligatoria” de la llamada: la ventaja de los chats, apps e incluso mensajería instantánea es que se pierde dicho componente si el usuario quiere, el “Luego respondo” que no implica una justificación como el rechazo u omisión de la llamada.

 

¿Y el físico? Aproximadamente un 35% de quienes usan estos servicios mantienen que lo más importante para gustar a los demás son las fotos, es decir, que son un componente muy importante a la hora de que surja esa atracción. Un mayor porcentaje (algo más de la mitad) defiende que son importantes ambos aspectos, físico e intereses, por igual, y sólo un 15% antepone la descripción personal a la imagen. Esto puede ligarse en parte a en qué medida se da información falsa en estos perfiles virtuales (con imaginación y Google a tiro de click, es bastante fácil crear no sólo algún dato sino un perfil entero falso). En este caso, aproximadamente un 60% dice no haber mentido frente a un 40% que sí lo ha hecho. Esto tiene muchas lecturas, desde la timidez hasta la seguridad: podemos pensar que esto es más o menos justo, el no dar la información real, pero el asunto va mucho más allá de decir que tienes los ojos azules cuando los tienes color café. Cualquiera tiene acceso a las redes y cosas como desvelar nuestra ubicación quizás no sea lo más indicado al menos durante los inicios del contacto. Más injusto (o poco honrado) es faltar a la verdad sobre nuestra personalidad si la relación coge tintes de algo más que amistad y la otra persona sí está siendo sincera y depositando una confianza porque facilitamos que ésta cree afinidad con un personaje creado por nosotros y no por nuestro verdadero rol. Al final, la fortaleza y validez de estas relaciones, como con las no virtuales, se basa en la naturalidad y la sinceridad, al menos si se busca la relación estable estándar como se entiende en nuestro modelo social.

 

Cuando no es del todo así, cuando se trata de esas personas que buscan algo esporádico y sin lazos prolongados en el tiempo, está la opción del cibersexo, aunque esto tiene matices. Un 35% de los encuestados afirma haberlo practicado, y de estos más de la mitad (un 60%) lo ha hecho con su pareja. Es decir, una mayoría de los practicantes lo usa como aliciente o componente de su relación ya existente, de manera que el componente esporádico queda para un 15% que lo practica con desconocidos y un 25% que lo hace indistintamente con su pareja o con otras personas. Tenemos pues otro recurso en este tipo de servicios: el sexo, concepto que parece implicar contacto físico sine qua non, queda atendido por estas apps y webs ciñéndose a la definición literal del propio concepto poniendo a disposición la posibilidad de favorecer la atracción y satisfacer el placer y el deseo de esta índole.

 

Lo que queda (aún) más claro es la presencia de estos servicios en la actualidad, y su normalización (aproximadamente un 70% habéis afirmado que habláis de las relaciones virtuales con vuestra gente más cercana, aunque un pequeño porcentaje afirma que no es fácil). Quizás es pronto para que ese componente de alerta o desconfianza, bien propio o bien de nuestras amistades “de siempre”, haya desaparecido, pero sí es cierto que las reticencias a este tipo de relaciones han menguado con la “invasión” de estas apps y servicios a nuestra rutina o nuestros círculos. Unos servicios que dan algo que no siempre es fácil conseguir de manera tradicional con hándicaps (a veces de cosecha propia) como la timidez, la escasez de habilidades sociales, la falta de tiempo o el no encontrar gente que comparta intereses, aficiones o maneras de pensar.

 

A nivel sociológico, la tecnología no es sólo circuitos y cables, es un enzima social sin interruptor, y nosotros somos, en la medida que decidimos, el sustrato.