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V

pple ha sabido aprovechar los ciclos de renovación de productos hasta convertirlos en eventos integrados dentro de su propia mitología. Cada keynote se convierte al instante en parte de la historia de Apple –y como coreografía tecnológica que es– su contenido muestra más allá de los productos, el camino a seguir por la compañía en los próximos meses.

 

Me gusta pensar en ella como una compañía que no entiende de términos medios: o se lanza en cruzadas con cierto punto de valentía que roza la locura (como el último nuevo MacBook), o se queda en una posición cómoda sin arriesgar –aparentemente– casi nada, dejándose llevar por la inercia del éxito y pareciendo sentada a observar como transcurren los sucesos.

 

Estos extremos –conectados entre sí– permiten que tengamos campo tanto para sorprendernos como para preguntarnos sobre el futuro. También para pedirle a Apple –como si alguien de la compañía estuviera tomando notas a nuestro lado– como nos gustaría que fueran esas siguientes sorpresas de la compañía. No, hoy no hablaremos de ese vídeo que hay por YouTube con un iPhone holográfico –cuánto daño hizo– porque el que siempre nos preguntan nuestros “cuñaos” en las reuniones familiares.

 

Hablemos por ejemplo de la reciente renovación de los iPods. Durante años –casi tres– han estado esperando un cambio en la gama que nunca llegaba. Y eso es porque es extremadamente difícil imaginar una nueva generación de un producto cuya principal característica ya tienen mejor resuelta otros dispositivos más popularizados en el mercado: los iPhone.

 

Sin embargo, también es cierto que el lanzamiento de Apple Music supuso una entrada de aire fresco a la gama. Personalmente, pensé que sería un buen punto de partida para imaginar una nueva evolución al concepto iPod: concebidos y pensados para sacar el máximo provecho al nuevo servicio musical de streaming de la compañía. Al contrario, la puesta al día de estos dispositivos sólo supuso cambios estéticos y una actualización de procesador en el caso del iPod touch, que por cierto, es el único compatible con Apple Music.

 

No hay ninguna limitación de tecnología que pueda pensar, para que el iPod nano o incluso el iPod shuffle puedan sincronizar listas de Apple Music. Es cierto que no tienen conexión a Internet para validar si el usuario tiene cuenta contratada con ellos, pero se podría implementar un contador que, transcurrido el período de tiempo hasta el próximo pago, “obligue” al usuario a conectarlo a iTunes para volver a certificar su uso fuera de línea. Vamos, que sí que se puede.

 

El caso del iPod nano también me parece curioso: en pleno 2015, después de que OS X y iOS se pasaran a la interfaz minimalista y plana de sus sistemas operativos, todavía seguimos viendo rastros de lo que parece iOS 6 –o lo que queda de él–. Este modelo, a caballo entre el Shuffle y el Touch, podría también haber ganado mucho más valor con este uso mediante Apple Music. De hecho, pienso que el beneficio hubiera sido no sólo para los iPods –que encontrarían clientes interesados de nuevo en ellos – también para el servicio musical.

 

Todo ello me lleva a pensar que aquí, estamos en el extremo cauto: Apple quiere poner al día su gama porque al menos necesita que el iPod Touch tenga procesador de 64-Bits, pero tampoco ofrecer una nueva generación de dispositivos basados en un servicio musical que ni siquiera ha salido del período de pruebas. Y esto es lo que pienso que vendrá en el futuro a medio plazo: iPods de nueva generación diseñados para sacar el máximo provecho a Apple Music. Pienso en un Touch rediseñado (y quizás alejado de la sombra de los iPhone incluso a diseño), un Nano más pequeño y simplificado y un Shuffle reducido a la mínima expresión más ligero y con mayor carga de moda. Lo imagino incluso creado en distintos materiales, para convertirlo en un wearable de moda y tecnología, algo a lo que tenderá la Apple del futuro cada vez más.

 

A veces, ser valiente sólo consiste en ser paciente y esperar el momento preciso para disparar con una sola flecha a la diana. Y acertar.

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