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ada año, prácticamente en las mismas fechas, esperamos los mismos eventos. Las marcas de tecnología presentan sus modelos estrella y su propuesta para el año actual y esto implica un compromiso por parte de las corporaciones y un sentimiento de normalización en los usuarios: en muchos casos, se piensa que todas las marcas tienen un objetivo común –sacar toda la artillería, demostrando de lo que son capaces de hacer– aunque Apple no tenga los mismos planes. No en el fondo.

 

Lo vemos especialmente en los años que tocan generaciones “s” en los iPhones. Es el momento en el que mejor vemos la diferencia entre la hoja de ruta de la empresa de Cupertino y cualquier otra. Si nos fijamos por ejemplo en las presentaciones grandilocuentes de otros, vemos que el destino de todo aquello que presentan es llamar la atención. Introducen mejoras en sus teléfonos con la idea de que se hable de ellos, no de que el producto final pueda ser útil realmente para el usuario. Aún recuerdo, por ejemplo, el sistema de seguimiento de la retina en los vídeos, que pausaba o reproducía el mismo, dependiendo de si estabas mirando la pantalla o no que salió para Android hace años. ¿Dónde está hoy?

 

Algo así puede funcionar durante algunas semanas, incluso meses, pero es una característica lanzada al aire que acaba pasando sin pena de gloria. En el resto de fabricantes –sobre todo Android– es similar. Tampoco pueden hacer mucho más, ya que si hay que diferenciarse del iPhone, la única forma de hacerlo es llamar la atención, y mucho. O serás otro más.

 

Apple es muy cauta introduciendo nuevas características. A veces, incluso se pasa de frenada: no podemos olvidar decisiones tan poco acertadas como la de no poder ver vídeo en los primeros iPod con pantalla a color –con un Steve Jobs diciendo que lo que la gente quiere ver en ese dispositivo son fotos– o distintas decisiones en software que han tenido que venir mucho más tarde, casi forzadas por el ritmo de la competencia que acertaba en la diana una flecha de cada diez.

 

Esto es así porque Apple no quiere que sus modelos sean un cambio de cara de la generación anterior, un nuevo modelo que “rectifique” lo que se presenta el año pasado. Ellos entienden el producto como una evolución año tras año, y la renovaciones “s” son el mejor ejemplo. El iPhone 6s de este año, es de hecho uno de los mejores. Con los cambios introducidos en estos nuevos modelos, la compañía tenía justificaciones más que de sobra para llamar a este modelo iPhone 7, quizá con algún pequeño cambio estético que refuerce esta idea. Pero ha preferido seguir la línea de trabajo habitual: demostrar a sus clientes que ellos lanzan productos que mejoran un concepto, y no un modelo anterior. No “rompe” cada año con una filosofía que ellos mismos se marcan, sino que la amplían en cada generación.

 

Su idea es simple: Todo lo que se pueda mejorar respecto a lo que ya conocíamos, se amplía. Se mejora en el procesador, aspecto clave, consiguiendo incrementos de potencia sorprendentes, lo que también lleva a mejorar en batería. Y no lo parece, porque cada modelo tiene la misma duración aproximada de su anterior… sólo que contando con más gasto energético, cosa que se contiene con una mezcla de hardware y software muy estudiada y una mejora en el rendimiento energético. Año tras año. Es un trabajo de ingeniería increíble a la que la compañía no da tanta importancia, pero lo tiene.

 

Las cámaras, que en este nuevo modelo de 2015 se han visto ampliamente mejoradas. Podríamos decir que el iPhone definió –gracias a aplicaciones como Hipstamatic o Instagram– un nueva era en la fotografía digital, convirtiéndose en el referente en teléfonos móviles durante los años. No tenía la mejor cámara, no destacaba a nivel de potencia sobre otros modelos más agresivos… pero es la combinación de todo el producto (apps, facilidad de uso en iOS, etc.) la que hizo que marcara el camino. De nuevo, el éxito del iPhone es la definición de un producto completo, no un amasijo de características potentes que no dejan de ser números inertes.

 

Y esa es la razón de todo, quizás lo que para mí diferencia a Apple del resto: esa capacidad para alejarse de los productos grises y conseguir dispositivos con vida. En todos los sentidos.

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