demanda, productos y evolución. ¿Quién lleva el timón?
or defecto (y por lógica) tendemos a ver la progresión de la tecnología de una manera futurista a veces alejada de la realidad, como una mezcla entre lo que nos van dejando ver los fabricantes y lo fácil que es detonar nuestra fantasía, sobre todo si tenemos cierto currículum de (mal llamado) freaki, amigo informático o, por qué no, amante de la ciencia-ficción. No obstante, lo que a veces parecen divagaciones tienen cierta parte relacionada con la demanda y con lo que buscamos en aquello que compramos. Está claro que uno no va a una tienda de electrónica buscando las pantallas de Minority Report, pero ¿no es cierto que nos llama más la atención un ordenador con una gran pantalla táctil que el monitor habitual de un sobremesa? P
¿No es cierto que nos llama más la atención un ordenador con una gran pantalla táctil que el monitor habitual de un sobremesa?

Los caminos de la demanda son sorprendentes y difíciles, extremadamente difíciles. La variabilidad de exigencias y necesidades del abanico actual de usuarios es un granito con el que a veces los fabricantes se chocan de golpe sin saber muy bien cómo reaccionar. Sin embargo, siempre hay una tendencia, una constante más o menos general en torno a la cual vemos a las compañías, lanzando sus productos en respuesta a ella y con intención de que logren orbitar a su alrededor para que sean adquiridos por el máximo número de usuarios. Hablando de los dispositivos electrónicos en torno a la informática, sin salir de casa puede que ya tengamos entre dos y cinco tipos de aparato para usos muy similares. Como si las posibilidades excediesen nuestras necesidades. No obstante, no siempre hay una satisfacción, ni mucho menos el número de dispositivos es proporcional a ésta. ¿Hay una intersección entre nuestras necesidades, nuestros gustos, el número de dispositivos y sus prestaciones o es esto una utopía tecnológica?

Especialización
No desaparición
La fusión de horizontes ha dejado que las combinaciones de tablet con teclado sea algo más que suficiente para un usuario para el que lo último no es lo más potente, sino lo más cómodo, lo que puede tocar

Los seres humanos somos muy de bautizar (en el sentido más laico de la palabra) y en tecnología esto se exacerba. Donde ponemos el ojo, ponemos el nuevo término, que por supuesto siempre será un híbrido entre palabras anglosajonas, por origen y porque suena indudablemente mejor. Lo hicimos con smartphone, con smartwatch y con phablet, y si bien es cierto que con el tiempo se acaban consolidando como productos y con una definición, también están sujetos a una evolución. Y, de nuevo recordando a Darwin, en ésta hay una selección que determina quién pasa a la siguiente fase y quién se extingue, por lo que igual que estos términos salen ante la necesidad de categorización, pueden desvanecerse cuando se pierde el sentido al difuminarse la diferenciación, al perderse la identidad. ¿De qué sirve llamar a un teléfono phablet por pasar de las 5,5 pulgadas de diagonal si el tamaño medio de smartphones ya se acerca a ese número?

 

La fusión por evolución la estamos viendo entre ordenadores y tablets. El tamaño siempre importará pero lo cierto es que las pulgadas han perdido importancia a la hora de categorizar los dispositivos si tenemos en cuenta que los ordenadores van de las 10 a las 27 y los tablets de las 7 a las 18 pulgadas, por no hablar de que no es nada raro ver smartphones de 6. Espectros de tamaño que coinciden y usos que también, y está aquí el quid de la cuestión: ¿es la fusión de tamaños y de posibilidades la materialización de una campana de Gauss de demanda? A meses vista de si resultan o no en cuanto a ventas, tenemos propuestas de portátiles livianos con potencia no superior pero sí suficiente por parte de los tres gigantes tecnológicos que cuentan en la práctica con un ecosistema al tener dispositivos de todas las familias y su propio sistema operativo, como son Google, Apple y Microsoft. Un Surface Book, Un Pixel C y un MacBook que dibujan un perfil de cliente que podría estar por venir: el que coge de la definición y sentido de la tecnología lo práctico y lo permanente, lo de llevar todo siempre encima porque es posible, y para todo lo demás,

la nube.

O los tablets. Porque la fusión de horizontes ha dejado que las combinaciones de tablet con teclado sea algo más que suficiente para un usuario para el que lo último no es lo más potente, sino lo más cómodo, lo que puede tocar. Que el escritorio no esté reñido con la portabilidad y con un sistema más sencillo que el de un ordenador. Con tablets haciendo las veces de ordenador de escritorio por castigo (vamos a asumir que un tablet de 18 pulgadas no es lo que se dice portable) y portátiles (o ultrabooks) con pantalla táctil y desmontable como algunos modelos de HP, se han convertido en el eje de evolución cuando el mercado parece indicar que son los productos con menos demanda. Una paradoja que nos indica que puede que lo que se quiera es el fondo pero lo que falta encontrar es la forma. Quizás por eso 3 tamaños de iPads (y un iPhone cerca del menor). Quizás por eso ordenadores como folios.

Renovarse
sin morir y con lo justo
Se tiende a pensar que estamos en cierta meseta tecnológica, por haber tocado techo, pero lo cierto es que probablemente nos hallemos en un mejunje variable intermedio de cara a los dispositivos del futuro

Al hablar de los iMacs en el anterior número de la revista vimos que según qué opción tomásemos al renovarlo podríamos perder potencia. Si hacemos lo propio con el MacBook, perderemos puertos y puede que también algo de potencia (ya según exigencia y uso). En todo caso, obviamente, ganando en algún otro aspecto.

 

En los smartphones, sobre todo en los considerados topes de gama, también tenemos este problema de “renuncia” o “disculpa” forzada, aunque el sacrificio no suele ser la potencia, sino la batería, bien por delgadez o por incorporar piezas demasiado famélicas de miliamperios demasiado pronto. El usuario no busca ordenadores menos potentes ni teléfonos con menos batería ni mucho menos, pero al final es como un pequeño sacrificio en forma de segunda oportunidad para el fabricante por haberse retrasado en su entrega, o bien que éste ha sabido jugar bien sus cartas y la satisfacción aunque no sea al 100% impera ante las asignaturas pendientes.

Se tiende a pensar que estamos en cierta meseta tecnológica, por haber tocado techo, pero lo cierto es que probablemente nos hallemos en un mejunje variable intermedio de cara a los dispositivos del futuro. Normalmente la divergencia acaba por no ser sostenible al ser una táctica que resulta cara aunque contente a muchos perfiles de usuario, y es por ello que sea muy interesante quedar en esta especie de palco desde el cual quienes nos aficionamos (y vivimos) de este mundo vemos qué forma toma todo y qué caminos se van siguiendo. De momento parece que lo táctil (y lo doblemente táctil) lleve el timón.

 

Hay un momento espectacular en la reproducción del que no se habla mucho pero que es básico para que seamos tan diferentes y tan parecidos al mismo tiempo: la alineación de cromosomas (de ambos progenitores) y el intercambio de material genético, formando los cromosomas híbridos que serán el carnet de identidad de la vida del futuro individuo. Puede que más que techo tecnológico, lo que esté aconteciendo es un intercambio genético.