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i bien hay cierta falacia o injusticia en eso de “usuarios básicos” cuando hablamos de exigencias, sí es cierto que existe cierta brecha entre quienes se interesan más por los valores de las tripas de los dispositivos que compran a tenor de qué sea lo último. No hablamos tampoco de ser más o menos geek, nerd o techie (o lo que es lo mismo, apasionado a la ciencia y la tecnología, empollón o aficionado y conocedor de la tecnología), sino del adicto a lo último, a lo “más” de todo, porque más (números) es mejor. Entre estos dos extremos, en esa brecha, probablemente se encuentre la mayoría de clientes o usuarios. ¿Qué relación guarda ese perfil estándar con la potencia? Hemos preguntado a varios tipos de usuarios sobre qué lugar ocupa la potencia en sus criterios y sobre éstos en general, y en la medida de lo posible extraemos algunas conclusiones. S
Cuestión de peso
La compra de un nuevo dispositivo está en función de si se va a mover y, según la mayoría de la gente a la que hemos preguntado, de si se utilizará para trabajar

Los dispositivos electrónicos, ordenadores, smartphones, tablets o cualquiera de sus variantes, híbridos y “parientes” se han de sostener. Esto puede que sea una perogrullada, pero el caso es que lo que ello implica es uno de los principales puntos que el usuario medio mira y que, aunque siendo estrictos sí puede expresarse una mínima parte de manera numérica, va más allá de las cifras: la ergonomía

y el peso.

 

La compra de un nuevo dispositivo está en función de si se va a mover y, según la mayoría de la gente a la que hemos preguntado, de si se utilizará para trabajar (y por esto han de llevarlo encima muchas horas de su jornada). Las experiencias que muchos cuentan en este sentido son literalmente dolorosas al hablar de molestias musculares bien en hombros y espalda (por el peso al llevar un ordenador y otro aparato en la mochila) o en los tendones de la mano y en muñecas, cuando se trata de la sujeción o de la escritura.

 

Aquí salen viejas glorias que algunos listillos jubilamos por potencia y no sólo eso los mató. Nos referimos a los netbooks, unos mini portátiles (que puede que incluso alguno de vosotros ni recuerde) de entre 7 y 10 pulgadas que y procesadores de la línea Atom de Intel (exclusiva para éstos) que por su tamaño eran la opción para quien necesitase algo más que un móvil o tablet y se moviese continuamente. En efecto su transporte resultaba mucho más cómodo que llevar un portátil “convencional”, al pesar una media de 1 kg frente a los más de dos que solía pesar un portátil del momento, pero aquí el problema venía al pasar horas escribiendo en ese minúsculo teclado cuya calidad y presión a veces tampoco eran la más adecuadas (algo que ocurre de manera más actual en tablets de 8 pulgadas y las fundas teclado).

Parece que tras unos años con cierto estándar de 8-10 pulgadas en lo concerniente a tablets no se conciben las 12 como un dispositivo cómodo o adecuado para la movilidad

Hay que recordar aquí lo bien que Apple jugó sus cartas al menos en cuanto a diseño y (ahora sí) potencia, dado que concibió estos “subordenadores” como los MacBook Air, eso sí, de 11 y 13 pulgadas y jugando con el adelgazamiento para que el componente de ligereza no se perdiera. No en vano la diferencia de precio entre un netbook convencional y un MacBook Air básico era descomunal, pero los de Apple incorporaban (además de aluminio y no plástico) una unidad de disco que permitía un arranque de pocos segundos frente al tradicional arranque “doble” de Windows que en una unidad convencional y un equipo que podía tener un sólo giga de RAM podía prolongar lo suyo. La ergonomía pudo al peso, y la potencia sólo ayudó.

 

Algo que ya vimos en el número de octubre de MacToday al hablar del iPad Pro y de cómo veían algunos profesionales que actualmente trabajan con tablet (bien un iPad o de otras plataformas) el incluirlo en sus rutinas. El tamaño de éste (12 pulgadas) resultaba excesivo casi de buenas a primeras para una mayoría, y de hecho en esta ocasión tampoco ha entusiasmado a los usuarios que hemos preguntado. Parece que tras unos años con cierto estándar de 8-10 pulgadas en lo concerniente a tablets no se conciben las 12 como un dispositivo cómodo o adecuado para la movilidad, si bien en algunos casos sí nos comentaban que entendían que podrían haber ocupaciones (en las que el trabajador ha de mostrar un catálogo, planos, etc.) que podría resultar más útil si además elige una capacidad de almacenamiento que le permita no depender de conexión a internet y llevar toda la información encima, pudiendo prescindir así de otros dispositivos como un ordenador.

La potencia sin control
no sirve de nada
El tener conocimiento sobre la potencia hará que la potencia pese más o menos en la balanza

Puede que sepas qué significan, sin contexto alguno, cosas como “i7”, “GHz” o “fps”, pero lo cierto es que no se nace sabiendo estas cosas ni mucho menos, y de hecho puede que una mayoría deje este mundo sin saberlo. La potencia tiene unidades en todos los ámbitos y la tecnología no escapa a ello, y de hecho hay varios aspectos cuantificables que dan una idea empírica de lo eficiente que debería ser un dispositivo a tenor del valor de éstos, como son los gigahercios (GHz) de la frecuencia en cuanto al procesador o los gigabytes (GB) de capacidad de la memoria RAM. Es por ello que son aspectos a tener en cuenta a la hora de comprarlos y obviamente es mejor tener una idea de en qué se traducen en la práctica (es decir, qué y cuántas tareas podrán más o menos realizarse y con qué soltura) y también su “antigüedad”.

 

Aquí es donde pesa y mucho el conocimiento, lo que comentábamos en la introducción, de modo que el tenerlo sobre esto hará que la potencia pese más o menos en la balanza, y con cierto riesgo de no ser completamente objetivos. Lo último siempre es más potente pero también es lo más caro, y cuando no es necesaria en esta medida y, sobre todo, hay un presupuesto a tener en cuenta, la mejor opción para el usuario probablemente no sea llevarse lo último aunque en su etiqueta figure cierta “fecha de caducidad” que sólo algunos vemos. Lo habitual, no obstante, es que el usuario se informe en la medida de lo posible de qué es lo último y qué es lo más potente, sobre todo porque, aunque no es lo más habitual que haya una excesiva preocupación por la actualización del software, se sabe que en general cuando se habla de tecnología siempre será mejor lo último (de cara a que la obsolescencia pueda asomar en algún aspecto). Pero sí es cierto que no pesa tanto a la hora de la decisión final; en varios casos (sobre todo tratándose de usuarios poco activos y personas de mayor edad) comentaban que a la hora de adquirir un dispositivo más nuevo u otro más antiguo la opción que compensaba era la segunda, al ser más económico y además ser más potente que uno nuevo y de gama menor.

Lo tangible gana

La evolución natural de la tecnología es aumentar en potencia y eficiencia, por lo que es algo que todo usuario en cierto modo siempre contempla a la hora de sus adquisiciones. Pero en la práctica vemos que no suele ocupar el podio en cuanto a los requisitos y, a su vez, que suele depositarse cierta confianza en este sentido bien en el empleado del comercio, en el siempre recurrido “amigo informático” o ya de manera bastante habitual en los comentarios de internet y apps de compra.

 

Existe también por esto cierta diferencia de usuarios o de clientes potenciales, habiendo un perfil que anteponga la potencia incluso teórica (por novedad) al hecho de que una iteración de un dispositivo suponga un cambio en la ergonomía, el peso o el diseño, aunque probablemente se encuentre en uno de los extremos de una gran campana de Gauss ajena a los GHz, los GB y demás gigas.