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Recuerdo como si fuese ayer mis días de negación ante el smartphone. No te intento tomar el pelo, eso pasó y durante mucho tiempo, aferrada a mi N95 porque eso “ya era demasiado para mí y no necesitaba un smartphone”. Algo que sostuve hasta que se puso a tiro un iPhone 4 por el que acabé luchando debido a un reducidísimo stock. Recuerdo que, si bien el motivo principal de sucumbir al progreso fue éste mismo y las posibilidades que ofrecía el añadir la palabra “inteligente” a mi teléfono, uno de los principales pretextos para convencerme de la conversión era el que mediante podría acceder a todas las apps de manera gratuita. «¡Qué maravilla!», pensé.

Al llevar yo la “L” en aquello de los smartphones y desconocer iOS, no hice yo el jailbreak (there’s an amigo informático for that) pero si asistí atenta a todo el proceso. En aquel momento se trataba de algo delicado, no apto para todas las manos y con el riesgo de quedarte con un flamante portapapeles de metal, cristal y una manzana tatuada. Pero, claro, el riesgo merecía la pena ante aquella autovía sin peajes hacia la totalidad de apps. Desde entonces ha llovido, ha diluviado. Concretamente unas cuatro versiones de sistema operativo y las correspondientes de jailbreak, y por mis manos han pasado seis dispositivos iOS de los cuales conservo (al menos durante esta semana) dos. Ha habido una evolución conjunta y más o menos compensada de hardware, software, conocimiento y conciencia, y ni iOS es lo que era ni lo es el jailbreak. ¿En qué estado se encuentra este irreverente acceso en 2015?

Jailbreak: qué es y qué implica
Todo tiene un precio, hasta la libertad
iOS 9: ¿compensa el jailbreak?

La traducción literal del término es algo así como “fuga”, siendo una alusión al hecho de que realizándolo se franquea el control y las restricciones que aplica iOS. Lo que se consigue es una ejecución de un iOS modificado, de modo que puede ajustarse de una manera más específica tanto a nivel de configuración como de personalización. Es por ello que las principales motivaciones para realizarlo fuesen el activar funciones no disponibles de manera nativa, poder modificar el sistema a gusto del usuario mediante tweaks y la descarga de apps no provenientes de la App Store.

 

En sus inicios había dos opciones dependiendo del nivel de profundidad del jailbreak, siendo tethered o untethered según se perdiese o no al reiniciar o apagar el dispositivo, y como hemos dicho era complejo y para usuarios avanzados. Con el tiempo fueron surgiendo más métodos y cada vez era más sencillo realizarlo. El jailbreak se popularizó y existía una masa de iOS alternativos para todos los gustos y en ocasiones antecediendo a versiones venideras (¿o dando ideas?).

Yo llegué a tener una lista de tweaks imprescindibles en una nota de iOS que me aseguraba de salvar cada vez. Esto eran las aplicaciones que se obtenían de Cydia (la fuente principal de repositorios y programas), y entre ellos figuraban históricos como SBSettings (el antecesor del Control Center, aunque bastante más personalizable y en forma de cortina superior) u otros más nuevos como OpenNotifier (que mostraba iconos de notificaciones en la barra superior a lo Android). Algunos permitían añadir gestos para olvidarte del botón Home o incluso controlar la reproducción de música sin ni siquiera encender la pantalla (sólo con gestos), ése era espectacular.

LO QUE SE CONSIGUE ES UNA EJECUCIÓN DE UN IOS MODIFICADO, DE MODO QUE PUEDE AJUSTARSE DE UNA MANERA MÁS ESPECÍFICA

¿Por qué cerramos la puerta de casa aunque pensemos que conocemos el barrio e implique ciertas restricciones? Por seguridad, porque teniéndola abierta puede entrar cualquier elemento no deseado, cualquier ataque. Es por eso que con el jailbreak estamos más expuestos a sufrir infecciones de malware, como la acontecida el pasado agosto de la mano de KeyRaider, un software malicioso cuyos responsables lograron robar datos de más de 225.000 cuentas de Apple (de hecho, es el mayor robo de datos de Apple de la historia). Malware que vehiculaban algunos tweaks e incluso métodos de instalación

de jailbreak.

 

Además del precio a pagar en cuanto a seguridad, está otra tasa que sumará más o menos según nuestra conciencia. Al principio, explicando mis propias vivencias, comentaba cómo el conseguir todas las apps gratuitas era uno de los motivos de peso para el jailbreak. Esto era posible a Installous, el gemelo malo de la App Store proveniente de Cydia que permitía descargar sin coste alguno cualquier app. Si sumamos a la picardía del hábil desarrollador la de una sociedad que aún hoy en día es reticente de buenas a primeras a pagar por algo tan poco tangible como el software o el contenido multimedia, blanco y en pirata.

 

Installous pecó, delinquió y con el tiempo le llegó su pena de muerte (en 2013), desapareciendo del jailbreak para que éste siguiese siendo la manera de personalizar el móvil y no un pretexto para quienes despreciaban el trabajo de los desarrolladores evitando pagar incluso los 0,89 euros de WhatsApp. No obstante, posteriormente salieron otras alternativas: lo de “hecha la ley, hecha la trampa” es casi una orden y un juego de niños cuando se habla de verdaderos expertos de software, en este caso los del lado más oscuro del lado oscuro.

Como todo, esto es cuestión de gustos y necesidades, pero sí es cierto que con los cambios que el sistema ha experimentado desde iOS 7 hay muchos tweaks que ya no se echan de menos, sobre todo los que permitían un acceso rápido a la configuración o una mejor gestión de las notificaciones. El Control Center, el centro de notificaciones, las notificaciones “inteligentes” han hecho que quienes sacaban el partido justo al jailbreak decidiesen conformarse con estos añadidos (pese a permitir aún menos acciones que su antepasado en forma de tweak) y no arriesgar en cuanto a seguridad y estabilidad.

 

Esto último es otra desventaja derivada del desconocimiento parcial a la hora de “jugar” con el jailbreak; si bien es cierto que iOS retrocedió en cuanto a estabilidad desde su gran metamorfosis de iOS 6 a iOS 7, no era demasiado extraño experimentar algún reinicio con jailbreak. Está claro que hay que ser un usuario avanzado para conocer la naturaleza del reinicio salvo que sea algo evidente (como tenerlo cada vez que se abre “x” app o se hace “x” acción), pero el desconocimiento es algo mayor cuando no eres consciente (o ni recuerdas) hasta qué punto estás toqueteando el sistema. Más desventajas de dejar las puertas abiertas, sobre todo de no saber cuáles.

 

El “más vale tarde que nunca” de iOS ha desplazado el jailbreak pese a que cada vez resulte más sencillo y sea algo muy distinto de aquel proceso tan delicado y peligroso que ponía en riesgo la vida del terminal. Sin embargo sigue siendo una opción para aquellos usuarios más avanzados que ven más claros los límites de iOS a la hora de tener una mejor experiencia de uso en cuanto a hacer más cómodas ciertas acciones o incorporar funciones como un simulado 3D Touch, aunque realizándolo pierdan la garantía de Apple. Cuando se es consciente de las implicaciones en el uso y en la ética, se trata simplemente de ver qué opción nos compensa más en la experiencia de usuario, pero lo cierto es que el jailbreak sigue vivo y, aunque con riesgos, en la práctica sigue yendo por delante de Apple en cuanto a opciones de configuración y personalización.

CON EL JAILBREAK ESTAMOS MÁS EXPUESTOS A SUFRIR INFECCIONES DE MALWARE
CUANDO SE ES CONSCIENTE DE LAS IMPLICACIONES EN EL USO Y EN LA ÉTICA, SE TRATA SIMPLEMENTE DE VER QUÉ OPCIÓN NOS COMPENSA MÁS EN LA EXPERIENCIA DE USUARIO