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ste momento que vivimos ahora es como lanzarse a lo desconocido en el mundo Apple. Los primeros meses de cada año, la compañía transita por una zona desconocida durante el resto del año, con una tensa calma y mil rumores acechando que empujan las especulaciones sobre el próximo nuevo producto, servicio o cambio que desde Cupertino quieran comentando. Sin embargo, 2016 puede ser algo más que un punto más en el mapa de su recorrido, porque están cambiando los ciclos internos.

 

¿Y de qué trata este gran cambio? Ni más ni menos, que de cómo expone la compañía sus productos al público, a través de sus keynotes: en gran parte, otro producto más de Apple que a todos nos encanta consumir. Y es que antes –me refiero a mucho antes, a hace más de cinco años– la MacWorld marcaba la tendencia anual. Apple presentaba allí alguna sorpresa con tanta carga potencial como el mismísimo iPhone original, lo que lograba que la compañía entrara triunfalmente a un año y todos supiéramos el camino que se iba a tomar. 2007 será recordado como uno de los momentos más emocionantes de su historia.

 

Ya no tenemos MacWorld, ni cita fija obligada anual más allá de la WWDC, el único evento fijo que tenemos todos marcados en el calendario. Apple ha sabido transmitir muy bien la importancia de convertir el evento en el faro que guía un poco el mundo del desarrollo de sus productos, tan importante durante los pasados años y uno de los puntos claves de éste. La conferencia de desarrolladores ha pasado de ser un evento técnico a un evento de referencia, para casi conocer la situación y la vida del software que alimenta cada nuevo dispositivo que tiene la marca de la manzana.

 

Creo que con toda la intención, dicho evento siempre se celebra en verano. A partir de él, se trazan dos líneas: hacia atrás y hacia adelante. Sobre el futuro se planifica en cierta forma –aunque con la discreción que ya nos tiene acostumbrados– la utilización de los nuevos sistemas operativos o servicios que se podrían emplear en productos no presentados. Es cuando en los medios que hablamos sobre Apple descubrimos un código de producto que aún no conocemos. Esta línea del futuro acaba marcando el inicio de septiembre como el comienzo del gran desembarco de novedades, con especial interés el año pasado donde prácticamente cada mes tuvimos un producto nuevo.

 

¿Pero, y hacia atrás? Aquí vemos el alcance del hardware, de terminar de completar y de redondear los productos con lo que los desarrolladores aportan en verano, y que le confiere –de nuevo creo que con toda la intención– un nuevo empuje que al final catapulta todo de nuevo hacia final de año.

 

Es un sentimiento enfrentado el de estos primeros meses del año: por un lado, estoy deseando que empiece el baile de novedades y de propuestas de la compañía, en un mundo donde la tecnología nos sorprende prácticamente a diario. Por otro lado, me gusta pensar en estos momentos del ciclo de vida de Apple como un pequeño amanecer ante lo desconocido. Y sí, esa parte del misterio, también me gusta considerarla parte del espectáculo que está por venir.

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