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n Abril de este año, Applesfera cumplirá sus primeros diez años de vida. No quiero caer en los tópicos sobre la rapidez del tiempo, pero hace poco me detuve a pensarlo tranquilamente y lo que realmente me sorprendió fue todo lo que hemos cambiado cuando hablamos de Apple. Es inevitable que la evolución de la compañía también haya ayudado a eso, porque sin duda la popularización de la marca es una de las mejores cosas que le han pasado en su historia.

 

En realidad, Jobs no quería que Apple fuera algo exclusivo. Nunca, nadie, en Apple, pensó eso. Pero sí deseaban que su tecnología estuviese en las manos correctas. Todo lo que crea Apple no está concebido para ser encontrado por casualidad: tiene que buscarse, pensarse, tienes que querer algo más - algo distinto - para entrar dentro del ecosistema de dispositivos de la compañía. Nadie acabará con un Mac en casa porque ha ido por un ordenador “y me han vendido éste”.

 

Sus ordenadores son herramientas para la mente. Puede ser una construcción deductiva, lógica o una creación artística, pero no los encontraréis cubriendo necesidades básicas porque lo que su tecnología pretende es ir algo más allá. Incluso hoy, que en mercados como por ejemplo el iPhone, ayudaron a popularizar uno de los cambios más drásticos del siglo XXI - la telefonía inteligente, e incluso los dispositivos inteligentes si queremos dar una vuelta de tuerca más. Desde luego si querían cambiar el mundo, sabían que no iban a conseguirlo por casualidad.

 

Cuando hablábamos sobre Apple hace diez años, teníamos en mente algo icónico: una empresa forjada desde la locura de dos figuras clave en el desarrollo de la informática de finales de los setenta. Por ello, nos sentíamos casi parte de la revolución. Los renegados, los rebeldes, las piezas que no encajan - ¿os suena? - de un mundo gris y que se movía con una letanía aburrida gestada en megacorporaciones. Eran los momentos de los “Grupos de Usuarios Macintosh”, de la reuniones que nos gustaba imaginar como clandestinas, de algo mucho más importante que lo que veíamos y leíamos en los escaparates de los grandes centros comerciales.

 

Lo que hoy os quiero decir… es que eso sigue pasando. Por eso existen revistas digitales como MacToday, medios on-line como Applesfera y por eso nos seguimos sintiendo rebeldes, después de todo. Hoy vivimos rodeados de manzanitas en casi cualquier parte, y seguro que ya no os sorprende cuando veis un coche con una pegatina de Apple. Pero seguís sonriendo al encontrarla.

 

Somos nosotros: quienes convertimos algo en especial no viene dictado desde Cupertino, o desde una enorme valla publicitaria. Lo que consigue alcanzar la categoría de los extraordinario es lo que conecta con nosotros mismos porque toca la misma música con la que estamos en sintonía, las mismas teclas de este piano que nunca hemos dejado de escuchar. Pasen diez años o pasen cien.

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