Hablar en retrospectiva de Apple resulta bastante entretenido por el añadido de poder jugar con uno mismo con las quinielas (más o menos privadas) sobre los lanzamientos de la compañía. Ésta cuenta siempre con el efecto wow, un privilegio que se ha ganado por haber sido la que probablemente mejor haya calado entre más tipos de público con aquello que presenta.

No obstante, siempre hay lugar para que se siembre la duda, sobre todo por aquellos que miramos más con lupa los movimientos de las principales empresas tecnológicas, y hay productos que tras sí traen una alarma bien por sus características o por su momento de presentación, y hubo uno que acaparó tanto miradas como dedos agoreros: el iPhone 5c, el policarbonatado de la discordia.

Un colorido dardo de diana difusa

Como es habitual, el ambiente tecnológico se iba cargando a medida que llegaba septiembre, mes en el que se dan bastantes citas anuales como la IFA de Berlín y la presentación de, como mínimo, un nuevo modelo de iPhone tras haberlo hecho cada uno de los cinco años desde que se lanzase el primero. No obstante, en esta ocasión (2013) se respiraba un ambiente "la "rumorológico" distinto: además de la carrera de las especificaciones (más megapíxeles, más RAM, más de todo) se esperaba un alivio en modo low-cost.

 

Los altos precios a los que estaba llegando la alta gama constituían un abismo al que cada vez daba más vértigo subirse, y se perfilaba la dicotomía de seguir en él u optar por ceder a una demanda de productos más asequibles que la crisis consolidaba por castigo. Sobre todo con la inestimable ayuda de filtraciones de teléfonos con traseras de policarbonato y cajas que dejaban ver una no exenta de polémica variante del Ive style.

 

Optar por plástico y no por aluminio debía abaratar por necesidad, y a lo económico jamás le faltarán novias. Y en este caso se miraba como candidatas a esa sociedad deseosa de un iPhone low-cost y, concretamente y de reojo, al país que también mueve el timón de este mundo: la poderosa China. Blanco y en botella.

 

El único problema fue que de blanco, poco, y de bajo coste, nada. Finalmente el 5c se alejaba de lo que sería lo esperado en cuanto a low-cost para una compañía con el precio mínimo de Apple saliendo con un precio de 599 euros, tan sólo 100 euros por debajo del buque insignia del momento, el iPhone 5s, que a diferencia del 5c incorporaba la principal novedad que marcaría un antes y un después en los dispositivos de la compañía y en el resto: el TouchID. Con un precio situado en la línea de los tope de gama del momento, como el Samsung Galaxy S5 (que rondó los 700 euros en su lanzamiento en febrero pero bajó considerablemente al mes y en adelante).

Se desvanecía la promesa del iPhone económico al mismo tiempo que sus posibles públicos dianas, apostando además por unos diseño y construcción que rompían con lo previo intentando dar con el gancho idóneo para ¿jóvenes? ¿China? Lo que en un principio era incertidumbre por el precio y las características lo acabó siendo por no encajar con la figuración general. ¿De qué intención era su materialización aquel iPhone irreverente e inesperado?

"En 2013 se respiraba un ambiente "rumorológico" distinto: se esperaba un alivio en modo low-cost"
"Se desvanecía la promesa del iPhone económico al mismo tiempo que sus posibles públicos dianas"
Entre experimento, jugada y único remedio

Las casualidades existen, pero en temas de mercados no suele haberlas y menos cuando se trata de estrategias de titanes como Apple. Sin que hubiese nada confirmado por los de Cupertino, aquel iPhone con vestiduras policarbonatadas venía tras un iPhone 5 de porte azabache pero que en ocasiones (y no pocas) salía de la caja con marcas de nacimiento. Es por ello que, más que una bala orientada a dianas aún no tocadas y muy deseadas, lo que al final aparentó ser fue un refrito del iPhone 5. Es decir, una iniciativa paliativa, una cura, y no preventiva, una estrategia de futuro.

 

Y el tiempo confirmó lo que en su momento no teníamos otro remedio que especular dado lo críptica que es Apple según para qué datos. No hubo publicación de resultados de venta de iPhone 5c, pero ante la ausencia de cifras buenos son los síntomas y la siempre presente interpretación de los analistas. Síntomas como el hecho de que no fuese un teléfono que se empezase a ver por la calle como sí ocurre con cada buque insignia, o el que tuviese el éxito esperado en los países orientales. El colorido fue lo suficientemente histriónico para perpetrarse en nuestra memoria geek con esa combinación con la funda agujereada pero no bastante atractivo para que la jugada saliese bien.

 

Porque lo que es la jugada se entiende a la perfección. Se esbozaba en aquel momento y ahora, en retrospectiva, todo encaja para Apple y su iPhone 5 condenado a nacer con pecas de aluminio. La compañía de Cupertino tenía una cadena de fabricación con un resultado cuestionable en cuanto al envoltorio. Una cadena que cuando llegó el momento de fabricar un iPhone 5c ya tendría un coste menor de componentes debido a su "antigüedad", y cuyas modificaciones además no serían excesivas debido a que sólo había que añadir un componente (más económico que al que suplía, por cierto).

De este modo, lo que Apple consiguió fue abaratar un producto (según algunos estudios que en torno a un 12% más económico de fabricar que un iPhone 5) cuyo buen funcionamiento tenía avalado por precedentes y con una solución teñida de un reclamo cromático. El iPhone 5c nunca pretendió ser ese iPhone low-cost y al mismo tiempo non-sense que muchos quisieron creer: fue un experimento paliativo casi por obligación.

 

Un test que no se sabe a ciencia cierta si salió bien en cuanto a beneficios netos, pero que aparentemente no habría sido muy exitosa cuando no ha habido más iPhone recubierto de plástico arco iris y, de hecho, el que ha vuelto con las 4 pulgadas recupera el diseño y la construcción del 5-5s. Tampoco fue demasiado alentador que Apple lanzase más tarde un 5c de 8 GB algo más económico (549 euros).

 

Algo que tenía la partida perdida casi antes de salir al mercado cuando había una evidente tendencia creciente por mayores diagonales de pantalla. La prueba fue la dupla del iPhone 6 con no uno, sino dos modelos con tamaños superiores. Ni rastro de un modelo más económico que resucitara hardware y que conformaran una apuesta por un diseño rompedor; Apple, como los científicos y los animales, observó, hizo un balance de pros y contras, y actuó, y al 5c lo hizo desaparecer un año después, en 2015.

 

La prueba definitiva del tipo de decisión que fue el iPhone 5c ha sido su último pariente: el SE es una apuesta dirigida a atender una demanda real y no a zurcir asuntos propios. Un hardware casi en igualdad de condiciones que uno de los tope de gama actual (el iPhone 6s) que busca satisfacer a quienes prefieren un teléfono "pequeño" pero no por ello tener que renunciar a lo último (hasta septiembre). Aquí el público ya veníamos con la lección aprendida y no esperamos un low-cost, y sin serlo estrictamente hablando sí queda por debajo del precio del resto de smartphones actuales, quedando así una diferencia más sustancial que el usuario sí puede ser capaz de percibir y logrando que incluso sin bajar de los 500 euros, el precio sea una de las bazas del terminal. Y la nomenclatura: el SE viene compacto pero a lo grande, rompiendo con los números, y especialmente con el 5, enterrando aún más el curvilíneo esqueleto de policarbonato que el 5c ha dejado tras su cuestionada existencia, pasando a la historia de Apple como un refrito nacido para morir.

"No vimos publicados datos de las ventas del iPhone 5c, como tampoco veíamos iPhones 5c por la calle"
"No ha habido más iPhone recubierto de plástico arco iris y el que ha vuelto con las 4 pulgadas recupera el diseño y la construcción del 5-5s"