un ordenador para millones
V

sta keynote fue especial para mí: después de varios años asistiendo a las presentaciones en los eventos europeos, principalmente en Londres, por fin acudía al corazón donde se forjó todo, California. San Francisco era la ciudad elegida –mientras Apple termina su propia sala en la nueva "nave" circular– en el famoso Bill Graham Center, el mismo donde se celebró la presentación del WWDC16. Uno de los auditorios más grandes en los que se ha celebrado cualquier keynote, en la que acudía prensa y medios de todo el mundo. Sentir y vibrar junto a la gente de Apple, cerca del escenario, el resto de compañeros de prensa fue algo difícil de explicar con palabras, pero fácil de entender por cualquier aficionado a esta marca.

 

En esta presentación, más allá de los productos, presentaron algo muy importante: la madurez y la evolución de la marca, contenida en todo lo que presentan. Los productos evolucionaron en el contenido que los definen: cada una de las ideas de Apple es avanzar en el diseño global de ella y hacerla más redonda, cerrando ciertos aspectos que durante años se han ido puliendo. El clarísimo ejemplo de esto es el iPhone. Casi rozando su décimo aniversario –el próximo año– el modelo bautizado como iPhone 7 se encarga de llevar todo al límite: potencia que se aleja de la competencia –por mucha distancia–, carcasa resistente al agua y al polvo, cámaras que buscan rozar a las grandes marcas...

 

La diferenciación también estaba presente. Comenzó con el fantástico anuncio de que Nintendo apostaba por el ecosistema de Apple como lanzadera de sus juegos en sistemas operativos móviles, y con Mario en la pantalla, Shigeru Miyamoto nos decía que se alegraba de que esto por fin fuera posible. El presidente de Nike también se alegraba de que la última colaboración con la marca haya dado como frutos un nuevo modelo de Apple Watch series 2 exclusivo para Nike. El sueño que fue la Fuelband en su momento ya tenía otra forma. Con estas dos grandes marcas, Apple busca algo que la distancie también del resto: que haya más empresas que busquen valores diferenciales y que encuentren a Apple como referencia o como el socio perfecto para esto.

 

La innovación –aunque con algo de polémica– también apareció con los nuevos AirPods, unos auriculares inalámbricos que casan perfectamente con la filosofía de marca (diseño y detalles exclusivos), como la inclusión de acelerómetro para convertir la superficie en táctil o sensores infrarrojos que detectan cuando nos los ponemos o quitamos. El sonido, espectacular: incluso en aquella sala dentro del Graham –decorada como una Apple Store– llena de periodistas y en los que apenas nos podíamos escuchar los unos a los otros, los AirPods contaban con un sonido claro, potente y rompedor. También noté que no es tan fácil como parece que se caigan, gracias a su construcción y su ligereza: aunque todavía hay que probarlos a fondo.

 

Llegamos a una época fantástica para los cambios: Apple empieza a adoptarlos y entiende que innovar no es sólo ser los primeros en añadir una nueva tecnología, sino en convertirla en útil para el usuario. Y eso, no se puede hacer con una iteración de un año: es fruto de entender la intersección entre los avances y lo que esperamos de ellos.

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